Es uno de los grandes filósofos del mundo occidental. En su biblioteca los libros escritos en español eran abundantes. La crítica de Schopenhauer al idealismo de Hegel no es sistemática, ya que se dirige especialmente contra la terminología hegeliana y contra una teoría que considera que no tiene sentido. Realmente lo tenía, pero es cierto que en algunos de los tratados más importantes de Hegel la complejidad especulativa y teórica es máxima, pero se puede entender.
Schopenhauer promueve una recuperación del pensamiento kantiano y está convencido de que las filosofías de Hegel, Schelling y Fichte no son verdaderas, aunque son, en realidad, conjuntos de planteamientos idealistas que son también válidos desde otros enfoques ontológicos y epistemológicos.
Considera que el fundamento de lo real es siempre problemático, irracional y anterior a la razón. Es preciso comprender lo irracional del mundo. De todos modos, a juicio de este filósofo alemán el pensamiento racional debe poner de manifiesto y conceptualmente la esencia de la realidad.
Valora en gran medida la percepción sensible, si bien dice que el impulso ciego de la voluntad es esencial para entender los fenómenos. Según Schopenhauer sus principales fuentes de inspiración doctrinal son Platón, Kant y la sabiduría oriental. Para él se puede afirmar que la voluntad es el noúmeno de lo real. Ya que lo nouménico o la cosa en sí se opone a lo fenoménico.
Los fenómenos son lo aparente y lo auténticamente real es la voluntad a la que se puede acceder por el impulso vital que es anterior a toda lógica. De este modo, es posible conocer la auténtica realidad del mundo y es una tarea a la que Schopenhauer se entrega con pasión. De Platón recibe una influencia considerable ya que la Idea platónica es lo mismo, desde su filosofía, que la cosa en sí kantiana y es una coherente interpretación doctrinal.
Schopenhauer realiza algunas críticas al sistema del idealismo trascendental de Kant y parten del sometimiento del mundo a las leyes del sujeto. Puesto que como escribe en su Crítica a la filosofía de Kant: «En realidad la intuición empírica es siempre una mera representación nuestra: es el mundo como representación». Para Schopenhauer la intuición empírica es intelectual ya que la integración de sujeto y objeto en el conocimiento significa también la unificación de sensación y subjetividad y, esto mismo, está incluido en su efecto causal. Y la causalidad es, indudablemente, propiedad del entendimiento en el que se integran o unen sujeto y objeto. De esta manera, para Schopenhauer los procesos sensitivos e intelectuales se unifican en el sistema nervioso del cerebro. O, dicho de otro modo, el conocimiento es el resultado de las funciones y operaciones del cerebro.
La concepción pesimista y trágica de la vida de Schopenhauer influyó mucho en el joven Nietzsche y en Wittgenstein especialmente en su Tractatus y en escritores del nivel de Kafka y Tolstoi, por ejemplo. El estilo de su pensamiento también fue notablemente apreciado por Fernando Savater. Incluso Pío Baroja en su novela El árbol de la ciencia transmite una visión o interpretación de la existencia desde un planteamiento que tiene su origen en Schopenhauer.
Desde su enfoque filosófico irracionalista piensa que la verdadera liberación proviene de la ética de la compasión y de la ascesis de inspiración budista. El arte también proporciona una especie de liberación, especialmente la música y la tragedia, ya que anulan el yo y lo introducen en la voluntad universal y en el dolor eterno colectivo. El ser humano es una voluntad individual infinita, por esto está destinado a sufrir. Estamos hechos de deseos que nunca pueden ser satisfechos del todo, por nuestra finitud implacable a través del transcurso inexorable del tiempo que todo lo consume.
Con su filosofía comienza lo que puede denominarse el pensamiento vitalista e irracionalista tanto en el siglo XIX como en el XX y actualmente. No cabe duda que su ética compasiva y su valoración del arte como forma de trascender las miserias humanas es un buen planteamiento.
En todo caso, la voluntad individual y el conocimiento son las fuerzas impulsoras que hacen grandes a las personas. El deseo de conocer y la actitud creativa son lo que potencia la existencia humana y esto es algo que sigue vigente en pleno siglo XXI. El extraordinario avance de la ciencia desde la muerte de Schopenhauer en 1860 ha despejado numerosas dudas respecto al conocimiento de la naturaleza.
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