Nos cuenta Gistau, que parece que en el columnismo no se puede rozar temas cotidianos y rutinarios. Por ejemplo, la barba o quizás, el tema de cinco o seis chicas que desean tener hijos y no encuentran el modo racional y razonable.
Como articulistas de opinión, tenemos que obligarnos que es necesario tratar todas las temáticas. Antes, se decía que un texto periodístico solo permanecía unas horas, después, se envolvía el papel para guardar las sardinas o el pan o el bocadillo del trabajo. Eran tiempos, parecen muy lejanos, pero quizás, han dejado a sus padres o a sus abuelos, aunque usted no lo sepa, aunque después triunfarán o fracasarán en el mundo económico profesional heridas. Aunque usted, no las conozca. Pero ahora el papel electrónico, puede permanecer unas horas, o, quizás, varios años, porque puede con un tic nervioso de ratón, volver a una columna de hace diez años.
Gistau, que el azar de la vida se lo llevó hace unos meses, -aquí mi modesto monumentos de palabras-, esperamos a la eternidad, esperamos y deseamos que exista eternidad. Gistau, redactó una columna titulada La Barba, en El Mundo, el 22 de agosto del 2019. Nos recuerda que no está bien visto entre los del ramo de la información, contar realidades, que no son actuales, que no son actualidad, que no tienen enorme proyección e importancia. Pero, yo, yo, siempre me digo a mi mismo, “¿qué tiene más importancia, el cambio de ministros de esa mañana, o, la tortilla de la familia al mediodía, o al menos, ambas cosas van relacionadas?”.
Iba a redactar hoy, una columna, de la realidad humana, quizás, no tenga importancia para muchos, pero como lo de la barba, puede que no tenga actualidad, pero pienso que es una ecuación que está dentro de la historia desde hace decenas de miles de años. Ahora, que ha sido la Semana Santa, un grupo de chicas, entre veintitantos años y treinta y pico a medias, sentadas en una terraza. Todas, creo que deseando tener pareja, las que lo tienen, que firmen papeles, todas o casi todas, desear que un ser bípedo racional con alma, les emerja de las entrañas. Todas o casi todas, con distinta situación laboral, pero casi todas con estudios suficientes y, o, superiores.
El mundo ha cambiado, no solo la barba y los barberos, sino todo el sistema del noviazgo y casamiento, de las parejas y de los descendientes. No sé, si nos han cambiado demasiado, la sensibilidad-voluntad-deseo-pasión-volición-afectividad y, en definitiva, el mundo irracional. Si, y, si ahora, nos gestionan, no solo con ideas y conceptos, que también, sino cambiando las estructuras afectivas y volitivas del mundo. Así de ese modo, nos gestionan, creyendo nosotros, que somos gestionados por nosotros mismos…
Pueden que estén alcanzando, el sueño o la necesidad de la ralentización de la demografía humana en este planeta. No sé, si son conscientes, que solo lo están consiguiendo en el foso del toreo occidental, porque en otros campos de futbol culturales, están en ebullición. Con lo cual, tememos por la cultura occidental, que por el momento, todavía defiende los grandes valores, los derechos humanos, la dignidad de cada persona, la separación religión y Estado, pero coexistiendo, la democracia y otras decenas de grandes fundamentos teóricos y prácticos.
No sé, si somos conscientes, que Occidente (Europa, Rusia, América Sur y Norte, Australia decayese, quizás, se llevaría a los olvidos esos grandes valores…). Porque no olvidemos, que Roma, con todos sus errores, tenía más derechos su población que el mundo de las invasiones… Cada macrocultura tiene sus grandes valores y sus grandes derechos, y, de las cinco o seis o siete grandes cosmovisiones de civilización existentes, actualmente, no todas coinciden en los mismos parámetros esenciales y fundamentales. Nos estamos jugando el futuro de la humanidad, este es el gran juego y deporte, que quizás no seamos conscientes…
En esto, que se pueda redactar una columna sobre la barba o, y, sobre seis o siete chicas sentadas en una terraza a la luz de los tambores de la Semana Grande o Pascua, del judeocristianismo, es más importante y esencial de lo que pensamos, porque estamos hablando de la vida, la vida normal, que está formada y conformada por cientos de factores y variables y realidades y relaciones y ponderaciones entre multitud de aspectos y personas. Pienso que toda persona lleva en si un misterio y un enigma mezclado con algunas grandes alegrías y algunas grandes tristezas o traumas o heridas. Somos eso. Llevamos en los ojos de dentro, ambas realidades. Cada uno, cada una, intenta torear como puede…
Yo, ahora, ya estoy en la tercera edad, ahora ya tengo una beca de jubilación, para poder vivir y existir, y poder reescribir artículos de opinión. Eso es lo que ofrezco a mis coetáneos. Artículos y columnas de palabras e ideas e imágenes. Pero, debo confesar una ambición oculta, quizás, quizás publico demasiado tarde, lo intenté durante muchas décadas, pero en el imperio del periodismo de papel, nunca me dejaron estrenarme.
Pero ahora, en la plaza digital de las cinco de la tarde sí. Debo confesar, que mi ambición y misterio en esto, es realizar construcciones que puedan ser leídas con fruición y conocimiento dentro de cien años. Para qué les voy a engañar o mentir. Nunca lo conseguiré, pero mi deseo sería que algunos de mis artículos, estuviesen a la misma altura que los grandes del pasado (Larra, Alarcón, Clarín, Azorín, Unamuno, Ortega, Ruano, Alcántara, Umbral…). Por eso, no me crucifiquen, cada uno tiene sus sueños, confiese que usted quería ser Pelé, o usted Amancio Ortega, o quizás usted Felipe Gonzáles, o usted Pedro J. o Luca de Tena. ¡Paz y bien…!
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