La campaña electoral parece bastante reñida, y en los pocos días que quedan para el 20D los dirigentes de los partidos echan el resto. La agresión, absolutamente injustificable, al candidato del partido que está gobernando es una muestra de violencia que no debe ser tolerada. La protección del Presidente del Gobierno, a mi juicio, debería ser más eficiente en vista de lo sucedido.
Los pactos poselectorales tal vez sean inevitables, si como parece, los resultados van a dibujar, un nuevo mapa político, alejado del clásico bipartidismo existente hasta ahora. Un nuevo tiempo se acerca, y, lo más probable, es que pase a la historia que gobierne el partido más votado. En el legítimo juego democrático tienen cabida legal los apoyos puntuales. No son algo obligado los pactos de investidura de un presidente, y los acuerdos de legislatura para dar estabilidad a un gobierno. Todo dependerá de los resultados, y del número de escaños conseguidos por cada formación política.
Las negociaciones entre los tres o cuatro partidos con más votos serán, posiblemente, largas y minuciosas. Y aunque, en estos momentos, los partidos emergentes estén luchando por lograr ser la fuerza más votada, la realidad política que salga de las urnas establecerá la vía a seguir.
Para votar en conciencia, y de la forma más responsable, en mi opinión, se debe ser realista ante la situación económica de una considerable parte de la población de nuestro país. Incluso sabiendo que, tal vez, la mayoría de los españoles no se creen las promesas de ningún político.
Considerando que la precariedad laboral va en aumento, y que numerosos jóvenes, la denominada generación perdida, tienen que irse al extranjero para encontrar trabajos con un salario digno, ya que en España o no trabajaban, o, si lo hacían, era cobrando sueldos irrisorios, las conclusiones son claras: se percibe una situación de frustración y desesperanza ante el presente y el futuro, en una considerable parte de la ciudadanía. Porque numerosos proyectos de vida son afectados negativamente por el paro, y la falta de expectativas positivas.
Hay que votar a partidos que apoyen a las clases medias, y no a los poderosos. Porque la pobreza está alcanzando cotas altísimas, y no se puede permitir que no se den más ayudas económicas a los que las necesitan.
Las prestaciones por desempleo deben ser percibidas por las personas mientras no encuentren trabajo, sin límites temporales, como, por ejemplo, en Bélgica.
Tampoco se debería haber tocado la caja de las pensiones. Además, los servicios sociales deben funcionar de modo efectivo a pleno rendimiento, para evitar la pobreza, la marginación, y el abandono de las personas a su suerte.
La ley de dependencia debe ser dotada con mucho más dinero, y también el apoyo económico a los discapacitados debe ser considerablemente más elevado. De todas formas, es evidente que cada ciudadano es libre para interpretar estos comentarios, y votar como le parezca o quiera.
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