La irrupción mediática de Edward Snowden, ex-técnico de Booz Allen, sub-contrata de la CIA, confesando ser el autor material de las filtraciones a The New York Times y The Guardian sobre el programa PRISM (espionaje de las telecomunicaciones a cargo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), habría desatado todas las alarmas en la CIA ante el peligro evidente de destapar los secretos inconfesables de los sótanos secretos del establishment.
Putin habría jugado con maestría sus bazas y tras conceder a Snowden el asilo temporal, apareció ante el Mundo como adalid de la defensa de los Derechos Humano, diluyendo de paso su imagen de represor en el conflicto checheno, aunque consciente de la nueva dinámica acción-reacción propia de escenarios de Guerra Fría en la que verán envueltas las relaciones ruso-estadounidenses a partir de este momento.
En cuanto al contencioso sirio, consciente de que jugaba con ventaja ante la incapacidad de EE UU y sus aliados europeos de marcar la iniciativa en los conflictos de Oriente Medio y Próximo (Egipto, Siria, Palestina e Irán), Putin aprovechó la gran oportunidad que se le presentó de recuperar la influencia internacional que Rusia había perdido en los últimos años para fijar su posición como colaborador ineludible en la búsqueda de acuerdos internacionales con Siria e Irán. Asimismo, la división de Ucrania en dos mitades casi simétricas y separadas por el meridiano 32 Este, quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE, significó “de facto” el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría Rusia-EEUU basado en el principio de “acción-reacción”, produciéndose por parte de EEUU la implementación de la estrategia kentiana en el plano económico.
Dicha estrategia bebería de las fuentes de la teoría expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana” y publicado en 1949 donde anticipaba que “la guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales: […] armas […] políticas y económicas. La clase de guerra en que se emplean […] (son la) guerra política y la guerra económica.” Los fines de estos tipos de guerra fueron descritos por este autor de la siguiente manera: “en estas guerras no convencionales se trata de hacer dos cosas: debilitar la voluntad y la capacidad de resistencia del enemigo y fortalecer la propia voluntad y capacidad para vencer” y más adelante añade que los instrumentos de la guerra económica “consisten en la zanahoria y el garrote”: “el bloqueo, la congelación de fondos,el ‘boicot’, el embargo y la lista negra por un lado; los subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales por otro”. En este contexto, asistimos a la imposición de sanciones comerciales por parte de EEUU y la UE contra Rusia tras la crisis de Ucrania que supondrán una aumento en las partidas de gasto en la compra de equipos, componentes y electrónica occidentales aunado con la jugada maestra del hundimiento del precio de los hidrocarburos, medida que contaría con Arabia Saudí como colaborador necesario y que sería un misil en la línea de flotación de la supervivencia económica del Gobierno de Putin y que tendría como efecto mediato el desplome del rublo frente al dólar (más del 50%) así como serias dificultades para conseguir financiación externa a pesar de la subida de tipos de interés del Banco Central Ruso hasta la barrera ionosférica del 11% (según el Banco Internacional de Pagos (BIS) de Basilea (2013), la exposición de los bancos de la UE a los bancos rusos superaría ya los 200.000 millones de dólares).
El Talón de Aquiles de Putin
Putin estableció como prioridad tras su primer nombramiento como Presidente en el año 2000, la Modernización de Infraestructuras de Transporte y Energéticas y el Desarrollo de Nuevas Tecnologías,(aeroespacial; robótica; bio-medicina; bio-combustibles y nano-tecnología) aprovechando la exuberante liquidez proporcionada por los ingresos del petróleo pero tras la fracasada ofensiva de los países BRICS para cambiar de patrón monetario mundial y sustituir el papel del dólar como moneda de referencia , asistiremos a una reforma monetaria consistente en dejar flotar libremente al rublo en los mercados internacionales y así evitar la continuada sangría de divisas del Banco de Rusia en sus esfuerzos por mantener la paridad del rublo ( reservas estimadas de 350.000 millones $, la más baja desde 2010).
Así pues, la economía seguirá siendo el Talón de Aquiles de Putin pues la estructura económica rusa controla solo 2,5% de las exportaciones mundiales y adolece de una excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo ( casi el 50 % de sus ingresos provienen de estas vías), la devaluación del rublo respecto al dólar ( más del 50 % desde que comenzara la crisis de Ucrania) , una inflación galopante del 13% y un Déficit Presupuestario del 30% en el 2015 a lo que habría que añadir la obsoleta planificación estatal herencia de la época jruscheviana, pues el complejo militar, los proyectos espaciales y las subvenciones a la agricultura siguen acaparando la mayoría del presupuesto ruso condenando a la inanición financiera a la industria ligera y la producción de alimentos. Así, para el Banco Mundial, la economía rusa seguirá en escenarios de recesión en el 2016 (crecimiento negativo del 0,7%) debido al hundimiento del precio del crudo ( rozando los 30 $), descenso que tendría como efectos colaterales un nuevo desplome del rublo frente al dólar (1 $ valdría ya 80 rublos), una reducción del 4 % en el PIB anual, una inflación desbocada así como un incremento del desempleo hasta el 9% (tasa de paro del 5,9 % en diciembre del 2015).
¿Nueva Revolución Naranja?
Según se deduce de la intervención del Jefe de Gobierno Medvédev en el Foro Económico Gaidar, asistiremos a la implementación de un nuevo modelo económico que implicará una drástica reducción del sector público y la consiguiente merma de las prestaciones sociales para el 2016 , lo que conllevará el hundimiento de la clase media y la agudización de la fractura social al quedar amplias capas de la población obligadas a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales ( 30% de la población), debiendo destinar amplias partidas de las reservas para subsanar el rampante Déficit del Plan de Pensiones y acelerar la anunciada Reducción de la Burocracia y quedando así diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la Vivienda y Sanidad Públicas, Reducción de Impuestos y el Cambio de tendencia Demográfica (la población de Rusia es de 145 millones y adolece de un crecimiento negativo desde 1.991 que se ha traducido en una reducción de 5 millones de personas en la última década.
Por otra parte, a pesar de ser Rusia es uno de los graneros mundiales ( 8% de la producción mundial de trigo), en el 2010 sufrió una sequía sin precedentes que afectó a la parte occidental de Rusia y que provocó que el 20% de sus 10 millones de Has. de sus tierras cultivables quedaran arruinadas, con el que en el supuesto de producirse un desabastecimiento de grano y productos básicos, Putin deberá recurrir a una masiva importación de productos del exterior y dada la depreciación galopante del rublo respecto al dólar, podríamos asistir a una Revolución Naranja que movilizará a la sociedad rusa para protestar contra la carestía de la vida, pudiendo reeditarse los disturbios y protestas sucedidas con Jruschov debido a la carestía de la vida (represión del levantamiento de obreros de Novocherkaask, 1962), con lo que EEUU conseguiría que se debilite el otrora poder omnímodo en el Partido y en la Administración, no siendo descartable la gestación de una conspiración para apartarlo del poder.
Dicha trama estaría alentada por la CIA y por oligarcas judíos defenestrados por Putin y obligados a exiliarse en el extranjero (Berezovksy y Jodorkovski ) y en la misma, Putin será acusado de los mismos cargos con los que decapitó a la camarilla oligarca: abuso de poder, corrupción y delitos fiscales, ( reviviendo el golpe de mano contra Jruschov en 1964 y su sustitución por Leoniv Brézhnev tras ser acusado de culto a la personalidad y errores políticos), lo que imposibilitaría el sueño de Putin de gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2020, hija del atavismo de Pedro el Grande.
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