Por Michel Temer (*)
Participo hoy, en Mendoza, de la Cumbre de Presidentes del Mercosur , la primera desde 2015. El Brasil recibirá de la Argentina la presidencia de turno del bloque.
Pocos encuentros internacionales son tan importantes para nosotros. De hecho, es la reunión de más alto nivel de la principal iniciativa de integración de la que participamos. Además, será la 50a. edición de la Cumbre, lo que permite mirar hacia atrás y sacar lecciones para el futuro.
El Mercosur se constituyó en 1991 sobre los pilares del libre mercado, la democracia y los derechos humanos. Con él superamos antiguas rivalidades entre el Brasil y la Argentina, que no tenían lugar en el ambiente de redemocratización que vivíamos. Con él renovamos las bases de nuestras relaciones con el Paraguay y con el Uruguay. El Mercosur promovió la confluencia de nuestras visiones y propósitos.
Gracias al bloque, el comercio entre los cuatro países se multiplicó por doce en dos décadas, un comercio de valor agregado. En el caso del Brasil, el 84% de las exportaciones al Mercosur corresponden a productos manufacturados. En sus primeros años el Mercosur fue pieza clave en el fortalecimiento de la democracia en la región, lo que incluyó la adopción, en 1998, del Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático, la llamada “cláusula democrática”.
Durante mucho tiempo, el Mercosur cumplió su vocación original. Generó intercambio creciente, prosperidad, desarrollo. Contribuyó a las libertades democráticas. Recientemente enfrentó reveses significativos. Los intercambios comerciales cayeron de US$ 57,5 mil millones en 2013, a US$ 37,9 mil millones en 2016. Hubo, así, inversión de paradigmas: en lugar de prestigiar el libre comercio, se creaban nuevas barreras. Ahora estamos haciendo que el bloque retorne al camino del que nunca debería haber salido. Una convergencia pragmática entre los países fundadores nos ha permitido revitalizar el Mercosur. Y el Brasil más moderno que estamos construyendo -un país que vuelve a crecer y a generar empleos- contribuye a un bloque más dinámico.
Avanzamos mucho bajo la presidencia argentina. Concluimos el acuerdo de inversiones del Mercosur. Progresamos también con la eliminación de decenas de barreras al comercio. Nos acercamos a los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú). Reconocimos la ruptura del orden democrático en Venezuela e invocamos la cláusula democrática. Se hizo más en los últimos meses que en muchos años anteriores.
Cabrá ahora a la presidencia brasileña del Mercosur continuar y profundizar ese trabajo. Entre nuestras prioridades está concluir el acuerdo sobre compras gubernamentales, que facilitará la participación de las empresas de un país en licitaciones en otro miembro del bloque. Proseguiremos en las tareas de eliminar barreras comerciales y de avanzar en la armonización de reglamentos técnicos.
Esos son pasos fundamentales para una integración más efectiva y para una proyección más competitiva del Mercosur en la economía global. Con mayor cohesión, estamos mejor posicionados en nuestras negociaciones con la Unión Europea. Después de muchos años, tenemos la perspectiva concreta de llegar a un acuerdo equilibrado y mutuamente benéfico con el lado europeo.
Estamos también mejor posicionados para nuevas rondas negociadoras con la EFTA (Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein) y con la India; para implementar iniciativas con los países de la Alianza del Pacífico, como la cooperación aduanera y la aproximación entre pequeñas y medianas empresas. Estamos, en fin, en mejores condiciones para abrir nuevos frentes de negociación, con socios como Canadá, Japón, Corea del Sur, y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).
La presidencia brasileña estará especialmente atenta a la situación en Venezuela. Coexisten hoy en nuestra región gobiernos de diferentes inclinaciones políticas. Es natural y saludable que así sea. Lo fundamental es que haya respeto mutuo, que seamos capaces de movilizarnos en función de objetivos básicos y, es claro, que se observe lo que prima en el Estado democrático de Derecho.
El Mercosur se construyó sobre el terreno fértil de la integración económica, sobre la roca firme del apego a las libertades individuales. Es sobre esas bases que ya volvimos a trabajar, y que actuará la presidencia brasileña del bloque, en nombre de nuestro proyecto común de desarrollo y democracia.
(*) Presidente del Brasil
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