La imagen del cadáver de este niño sirio de tres años ahogado conmociona al mundo entero. Y no es para menos. Ya que es un símbolo de los miles de muertes de refugiados que se producen en el Mediterráneo, simplemente, por huir de la guerra, o del hambre, en busca de una vida decente en Europa. Esperemos que sirva de aldabonazo o llamada de atención respecto a los jefes de gobierno europeos, y de todo el planeta. Los ciudadanos ven, con horror, estas muertes de seres humanos indefensos. Es de una crueldad inaudita. Esta mortandad debe terminar ya.
Al pensar en las dos mil personas que están zarpando cada día, desde Turquía a Grecia, arriesgando sus vidas para poder escapar de la guerra y la pobreza, y tener una existencia digna, se pone de manifiesto, de modo claro, la gran tragedia que está sucediendo ante nuestros ojos, también en los que mueren por intentar llegar a la costa italiana, etc.
Rompe el alma ver esto en los medios de comunicación, un día si, y otro también. Esta crisis migratoria no puede ser tratada por la UE con medidas completamente insuficientes. Urge desmantelar las redes de traficantes de inmigrantes y refugiados que exigen para pasar a Europa 2.000 euros por persona, o cifras similares. Ya que son las causantes directas de miles de ahogamientos.
Y para evitar más muertes, tanto la Unión Europea como la ONU, a través de ACNUR, y de un numeroso contingente de personal especializado, deben atender a estos cientos de miles de desplazados para que, si huyen de las guerras y la pobreza, puedan entrar en los países europeos, con garantías de no morir en el intento. Son los que deben de poner más medios materiales y humanos.
Cruz Roja y otras ONG humanitarias también deben colaborar más en la resolución de esta terrible crisis migratoria. Además Canadá, Estados Unidos, y muchos otros países del mundo también deberían ser solidarios, y acoger a los refugiados sirios, y de otros estados.
El comunicado conjunto de Merkel y Holland ha subrayado que: «Europa debe proteger a aquellos para los que es la última esperanza». Y esto se entiende referido también a los que mueren intentando cruzar, de modo precario, el Mare Nostrum.
Que los inmigrantes económicos deban ser devueltos, de un modo digno, a sus países de origen, no me parece la cuestión crucial. Sí lo es, a mi juicio, el refuerzo de una protección internacional mucho mayor a los refugiados e inmigrantes, ya que los límites entre ambos conceptos son, en muchas ocasiones, borrosos. Es cierto también que las convenciones de Ginebra, obligan legalmente, a todos los países a proteger y atender a los que huyen de conflictos armados, y de la persecución.
La actitud de los gobiernos europeos respecto a los refugiados, ante la terrible imagen de este niño muerto, debe cambiar radicalmente. Las redes sociales están llenas de mensajes de indignación, condena, y horror ante lo que está ocurriendo con los inmigrantes. La compasión y la solidaridad son valores éticos universales, y son el camino a la solución de este drama humano que está sucediendo en las costas de Europa ante la mirada de todos.
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