Según el artículo firmado por Viri Ríos, titulado El “crimen” de ser fea en México publicado en el The New York Times el 21 septiembre del 2020 indica que el insulto de fea en México tiene un impacto negativo y discriminatorio a nivel afectivo y económico y social hacia la mujer.
No vamos a expresar que en toda los países y sociedades y culturas sea exactamente lo mismo, en cantidad y calidad, pero no cabe duda de que la mujer es discriminada por su aspecto físico más que el hombre, en general, pero éste también lo es, en muchos sentidos.
Por consecuencia, tenemos que pensar, en esta cuestión, quizás enclavado en otros pilares o axiomas o fundamentos más profundos. Primero, se ha caído en una especie de adoración al físico y al cuerpo, en exceso, lo cual ha llevado a la sociedad a errores de juicio y concepción, que se aplica en muchos sentidos.
Segundo, la mujer, en multitud de aspectos, a lo largo de la historia, ha estado discriminada, o al menos disminuida, por lo cual, ciertos aspectos, al menos en Occidente, se han ido resolviendo, pero otros, han ido pasando a otro nivel, se ha llevado al camino de lo bello, lo estético, la forma, el cuerpo. Y, por tanto, se puede discriminar o no valorar lo suficiente, a una mujer, a un ser humano, por su aspecto físico.
Es difícil, resolver este problema con la enorme inflación del valor de lo estético, del cuerpo perfecto, del hombre o de la mujer cien, cosa que es imposible, pero no cabe duda, que personas con una alta capacitación cultural o intelectual, por poner un ejemplo, se le infravalora, diciéndoselo o no, consciente o inconsciente o semiinconscientemente, por tener un sobrepeso por ejemplo, o por no tener una belleza ponderada por los sistemas de los desfiles de moda, o por no tener una altura suficiente, o por no tener unas piernas suficientemente largas, o por no tener unos pechos armónicos y abundantes, o por…
Aunque hemos indicado dos grandes fuentes o pilares, de este problema, tiene muchas otras razones o causas que se combinan, muchos fines y consecuencias, que no se pueden analizar a y en todos los sentidos, en un modesto artículo… No, no podemos obviar y olvidar, con todos los matices y sensibilidades y cautelas posibles, que existe una enorme industria a nivel mundial, en torno a la belleza, y a la estética y belleza ideal, en el ser humano, especialmente a y en la mujer. Es decir, una enorme presión mediática y social hacia el ideal de la belleza, y de un tipo de belleza de y sobre la mujer. Dicho de otro modo, se somete a la mujer a la “dictadura de la belleza y de la estética, y de un tipo de estética y belleza”, por lo cual, la mayoría de personas, mujeres y hombres, quedan fuera, por la naturaleza y genética humana que es diversa en estos aspectos…
Concepción que tiene consecuencias, quizás, incluso, no sea exagerado hablar de darwinismo social, basando en determinados cánones de la belleza, se alcanza estatus más altos en la sociedad, a nivel económico, afectivo, matrimonial, laboral, profesional, intelectual, etcétera, por tener un tipo de belleza y de cuerpo, y no tener otro. Tal es así, que si la mujer acepta esos juicios y enunciados puede caer en patologías de diverso tipo, por ejemplo, anorexias, que tienen causas diversas y múltiples, pero una de sus raíces, es la adoración de la belleza, y de una determinada belleza. Olvidando que hace un siglo, el canon de belleza, no era morena y delgada, sino al revés, blanca de piel y con sobrepeso. Vean ustedes los retratos de las clases pudientes y nobleza e industriales del mundo occidental…
Una civilización occidental, en general, el mundo, que ha avanzado tanto en la aceptación de los grandes valores de la Ilustración, que en definitiva, se basan en grandes valores de la tradición judeocristiana, concretados en la dignidad humana, la libertad humana, la conciencia y autoconciencia moral, el valor de la persona humana, sea cual sean sus circunstancias y estrato social, de los derechos humanos inalienables y universales a todo ser humano, etc., que se han ido materializando en las Constituciones y en los Marcos Legislativos de casi todos los países occidentales, y también del mundo, por influencia, del progreso mundial, y de los Organismos Internacionales, como la ONU; UNESCO, etc. Y, después, hay que decirlo, de siglos de conflictos de todo tipo, especialmente en el marco europeo y occidental. No olvidemos que hemos llenado durante siglos, Europa, los campos de Europa de sangre, buscando una serie de derechos, y ahora que los tenemos, discriminamos a la mitad de la población, por el físico, especialmente a las mujeres…
Después, en la vida rutinaria y cotidiana de las personas, no se le discrimina teóricamente, por los marcos legislativos y jurídicos de las sociedades y de los países, que beben de constituciones democráticas, pero se discriminan a las personas, por diferentes causas, entre ellas, su aspecto físico, sin tener en cuenta, los grandes valores de esa persona porque es “un poco fea o un poco con sobrepeso o un poco coja o un poco bizca o un poco…”, especialmente, si es mujer. Es decir, una especie de enorme contradicción cultural, de conciencia y autoconciencia, de moral, de comportamiento…
No estoy seguro, que no seamos conscientes del daño que a otras personas se les causa por la discriminación nociva y negativa y maligna, sea por su físico o por otra característica, pero debemos aceptar, que hay personas, que utilizan esta discriminación con multitud de fines diversos, y ninguno positivo o bueno.
¿Qué hacer en esta situación? ¿En este problema? Es clásico, que cuándo se analiza una patología social, y ésta es una de ellas, se indica, enseguida tomar conciencia. Pues, tomemos conciencia, que a ninguna persona se le puede discriminar, ni insultar, ni vejar, ni nada por nada, pero desde luego, menso por su aspecto físico, sea hombre y, menos si es mujer.
En segundo lugar, la sociedad y la cultura occidental, debe pensar, que existe un doble plano o dimensión, por un lado, están los grandes Códigos Legales y Morales que son el pilar de las constituciones, y por otro lado, están, en mayor o menor grado las rutinas y costumbres y los juicios de las personas de a pie, de la sociedad en sí. Esa doble vara de medir, esa doble hipocresía, teórica y práctica que hacemos.
En tercer lugar, de verdad que reflexionemos, que no solo tenemos que buscar una teorización correcta ética, por parte de cada individuo, ese es uno de sus deberes, sino segundo, que después, se debe aplicar una ética y una moralidad práctica correcta. Antiguamente, se diría ser más morales o más bondadosos, en nuestros actos, palabras, gestos, deseos, pasiones, miradas, concepciones conscientes e inconscientes…
¡Cuántas personas, nos iremos dejando por el camino, por la discriminación de su físico, sin entrar en otras discriminaciones, cuántas, cuántos adolescentes los sentenciarán a llevar una vida peor, porque tienen un físico que no está en los cánones de la belleza actual, cuántas personas que podrían ofrecernos a la sociedad, un valor de setenta en su actividad profesional o cultural o familiar o social, solo nos dan a los demás y, así mismos, un cuarenta por ciento, porque han sido discriminadas por su aspecto físico, en diversas etapas de su existencia, porque sean menos bellas, según las estéticas de la moda y medios de comunicación y afines, porque tengan sobrepeso, porque sean un poco cojas, porque no tengan el rostro como indica, no sabemos qué y quienes, ni porqué…!
¡Quizás, usted y yo, no tengamos el poder de enviar a nadie “a un campo de concentración o exterminio”, pero quizás, usted y yo, si tenemos la capacidad de marginar a una persona, de silenciar a una persona o a varias o a muchas, y quizás, usted y yo, no seamos conscientes del daño que hacemos a esas personas, y a la sociedad en general, a esas familias, a la humanidad en su totalidad…, quizás, usted y yo, un día tengamos que dar cuentas de esta nuestra forma de pensar y sentir y actuar, porque discriminamos, me meto yo, que creo, no caigo en este error, porque discriminamos a otra persona, por su aspecto físico…! ¡Paz y bien y bondad…!
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