El presidente de Rusia, Vladimir Putin, recibió el domingo a los jefes de estado de Armenia y Azerbaiyán en un intento de mediar entre ambos países en guerra tras la interrupción del alto al fuego el 31 de julio. Los enfrentamientos continúan en forma intermitente, en una lucha considerada como la más sangrienta desde 1994.
La reunión trilateral fue televisada desde la ciudad turística de Sochi, en Rusia. Durante la reunión, Putin instó a ambas partes a reanudar las negociaciones de paz. Visiblemente agitados, los presidentes de Armenia y Azerbaiyán se acusaron mutuamente de haber actuado mal. El presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, reconoció la necesidad de establecer la paz en forma duradera, aunque recordó que las fuerzas de ocupación armenias permanecieron en Nagorno Karabaj a pesar de las cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas en 1993 (dichas resoluciones requerían que las tropas armenias se retiraran de manera inmediata e incondicional de los territorios ocupados de Azerbaiyán). El presidente armenio, Serzh Sargsyan, respondió en forma similar al indicar que desde Armenia se cumplió con dichas resoluciones y se declaró el alto al fuego en 1994, mientras que Azerbaiyán no ha cumplido.
Para finalizar la breve reunión, Vladimir Putin observó: “el presidente de Azerbaiyán señaló la necesidad de resolver el problema pacíficamente, y eso mismo es lo que usted [presidente de Armenia] ha dicho hace un momento. Esto es sumamente importante porque la máxima tragedia de esta situación es la pérdida de vidas”.
Al parecer, la reunión no logró ningún avance en las negociaciones, excepto las promesas de ambos lados de mantener la paz intacta. Vladimir Putin, quien ha enfurecido a Occidente debido a su respaldo del separatismo ruso en Ucrania y que ha sometido a su país a una serie de sanciones económicas, necesita desesperadamente mejorar su imagen de pacifista. Además, tal vez este sea el medio por el cual el líder ruso envía a Occidente un duro mensaje acerca de que Rusia no permitirá que el Cáucaso se escape tan fácilmente.
Azerbaiyán es cauteloso respecto de los intereses rusos en la región y no desea arriesgarse a enfurecer a su vecino del norte debido a una guerra directa con Armenia. Este último, es el aliado más cercano a Rusia dentro de la antigua Unión Soviética. Allí se alojan tropas rusas y es miembro del Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, liderado por Rusia, quien podría entrar en acción en caso de que Azerbaiyán ataque a Armenia. Por su parte, Azerbaiyán no cuenta con la protección militar de ninguna potencia externa, aunque ha desarrollado un ejército fuerte por su cuenta. Su presupuesto de defensa es de más de tres mil millones de dólares y equivale a todo el presupuesto estatal de Armenia.
Nagorno Karabaj es parte de Azerbaiyán, pero ha permanecido bajo el control de las fuerzas armadas armenias desde 1994, junto con otros siete distritos adyacentes. La paz es volátil y se ve interrumpida a menudo con frecuentes tiroteos. Aún así, se cree que el brusco incremento de la violencia durante agosto ha encendido plenamente la guerra entre ambas naciones.
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