El Papa Francisco en su Carta Apostólica “Misericordia et Misera” afirma que: “Todavía hay poblaciones enteras que sufren hoy el hambre y la sed, y despiertan una gran preocupación las imágenes de niños que no tienen nada para comer. Grandes masas de personas siguen emigrando de un país a otro en busca de alimento, trabajo, casa y paz. La enfermedad, en sus múltiples formas, es una causa permanente de sufrimiento que reclama socorro, ayuda y consuelo. Las cárceles son lugares en los que, con frecuencia, las condiciones de vida inhumana causan sufrimientos, en ocasiones graves, que se añaden a las penas restrictivas. El analfabetismo está todavía muy extendido, impidiendo que niños y niñas se formen, exponiéndolos a nuevas formas de esclavitud”.
Por ejemplo en África, el muchacho de 18 años, Kenneth Opwonya, que se evadió del Ejército de Resistencia (LRA), en el septentrión de Uganda.
Diserta de cómo fue forzado a asesinar y ejecutar crueldades contra su voluntad. “Cuando los rebeldes te decían que tenias que matar a alguien, si te oponías, te mataban ellos o le decían a otra persona que te matara, con sus propias manos”.
Los jefes rebeldes instruían a las criaturas para que usaran las armas, desarticular las piezas y volver a ponerlas cada una en su lugar. Rememora cómo los oficiales imponían a la gente que se tumbase boca abajo con el fin de que no se les viera la cara en el momento en que se les iba a matar. Había momentos en los que la munición escaseaba y, al no poder malgastar balas, les obligaban a asesinar a las víctimas con las bayonetas”.
Kenneth, reside con su parentela en un campo de desplazados. Desde que escuchó hablar del proyecto “Jesuit Refugee Service”, en Kitgum, resolvió incorporarse. Los adiestran en las distintas habilidades para que, los niños ex soldados, puedan valerse por sí mismos. Mas de 20.000 chiquillos han sido secuestrados y muchos se cambiaron en combatientes o esclavos sexuales.
“Cuando hacéis, con la violencia derramar las primeras lágrimas a un niño, ya habéis puesto en su espíritu la ira, la tristeza, la envidia, la venganza, la hipocresía”, escribió Azorín.
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