El lobo con piel de oveja

El lobo con piel de oveja

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?”   Mateo 7, 15-16

A pesar de que esta frase se conoce hace más de 2000 años, apenas se tiene en cuenta por las gentes que son tratadas como ovejas.

Hoy día son muchos los lobos disfrazados de ovejas; los encontramos en las religiones, en las grandes corporaciones energéticas, en los medios de comunicación, pero… sobre todo, en la política.

La clase política se ha ganado a pulso el mérito de ser la mejor representante del lobo disfrazado de oveja, quien, con el objetivo de conseguir enriquecerse y obtener poder, no duda en hacerse pasar por una oveja más del rebaño, a fin de no ser descubiertas sus pérfidas intenciones.

Pero como dice el refrán: “la avaricia rompe el saco”. Y es aquí donde la “justicia divina”, o la ley del Karma, o cualquier otra ley, menos la que ellos mismos han legislado, se encarga de hacerles pagar por su deshonestidad, corrupción y avaricia.

Sirva una fábula de Esopo, adaptada a nuestros días, para ilustrar la lección:

Había una vez un astuto lobo que, viendo la oportunidad de conseguir fácilmente su comida, decidió disfrazarse de oveja con una piel que encontró. Una vez se hubo metido dentro de la piel de oveja, se unió al rebaño como si de una más se tratase, pasando todo el día junto a ellas, y despistando al pastor.

Cuando llegó la tarde, el pastor llevó al rebaño hasta el corral, tal como era preceptivo, a fin de proteger al mismo del ataque del lobo, cerrado la puerta de tal manera que las ovejas estuvieran seguras.

Más tarde, cuando en la noche, el pastor recordó que tenía que preparar la comida del día siguiente, fue donde se encontraba el rebaño y tomó al lobo creyendo que era un cordero, sacrificándolo al instante.

Cuando la esposa del pastor fue a cocinarlo, se dio cuenta de que no era una oveja, sino el lobo que su esposo había estado intentando cazar hacía mucho tiempo, por lo que al saberlo el pastor, se puso muy contento.

Moraleja:

Por muy astuto que te creas, y que enriquecerte con engaños podrás, no te olvides que existe una justicia divina, de la que no escaparás.

© 2014 – José Luis Giménez

www.jlgimenez.es

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