El debate presidencial es una saludable tradición democrática que comenzó a dar sus primeros pasos en Argentina en 2015. Aquel primer debate nos dejó sabor a poco, sin embargo nos planteó un gran desafío: mejorarlo.
Con cierta experiencia pero todavía con poca calidad, este año se realizó el primer debate entre los seis candidatos a la presidencia: Mauricio Macri, Alberto Fernández, Roberto Lavagna, Nicolás del Caño, José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión. Sin dudas, algunos se prestaron al juego sencillamente por una obligación, a fin de evitar la sanción legal: la suspensión de los espacios publicitarios de radio y televisión para su campaña. En este aspecto, el objetivo fue cumplido.
La cita fue en la ciudad de Santa Fe, en la casi centenaria Universidad Nacional del Litoral. Contó con una escenografía sobria, en azul y negro. Las reglas habían sido acordadas en enero de este año: los periodistas/moderadores no podrían hacer preguntas, y los candidatos no tendrían permitido ninguna ayuda memoria, solo una hoja de papel y una lapicera, es decir que no podrían mostrar estadísticas, recortes de periódicos, etc.
Las reglas establecidas apuntaban a evitar riesgos, claro que esta limitación también redujo la posibilidad de influir en los votantes “pivot”. El resultado: los candidatos monologaron frente a una audiencia de votantes duros.
En esta primera entrega los temas a tratar fueron los siguientes: Relaciones Internacionales, Economía y Finanzas, Derechos Humanos, Diversidad y Género, y Educación y Salud.
Hemos asistido entonces a un debate desabrido, con tendencia a los libretos aprendidos, discursos armados que intentaron mostrar su mejor versión. Aunque nada escapa a la comunicación no verbal: el debate estuvo repleto de furcios por parte de ambos bandos -candidatos y periodistas- que resultaron generadores de memes y comentarios ideales para las redes sociales.
No fue un buen debate sin embargo, vamos a rescatar algunos de los momentos…
El candidato Mauricio Macri habló a la clase media insistiendo en la consigna “estamos mejor”; pese a la pobreza, la economía caótica y la crisis política de su gobierno Macri aseguró “Comenzamos a bajar los impuestos. Con estas bases estamos listos para entrar en una nueva etapa”.
El candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, dijo “Terminemos con la hipocresía” y se refirió a la ley por la cual las mujeres luchan desde hace décadas “tender a la legalización del aborto”, una firme postura que no ha sido explicitada durante su campaña hasta este momento. Otro guiño por parte del candidato fue cuando rescató la importancia del colectivo feminista, y se dirigió a Mauricio Macri -actual presidente- “Presidente, si le preocupa la igualdad de género, preocúpese de que se aplique el presupuesto asignado…”.
Por su parte, el candidato Gómez Centurión prometió vetar cualquier ley que proponga el Congreso relacionado con la despenalización del aborto.
José Luis Espert colocó a países vecinos como horizonte mencionando a Chile y Paraguay como objetivos a alcanzar; además, acusó a la clase política, sindicalista y empresaria como únicos culpables de las reiteradas crisis de Argentina.
El candidato Nicolás del Caño mencionó la crisis en Ecuador y puso en juicio el trato de Mauricio Macri con el presidente Lenin Moreno: “Es el mejor alumno del Fondo Monetario Internacional”, dijo.
Así pasó el primer debate presidencial, sin pena ni gloria. Esperemos que el segundo debate dentro de siete días, en la facultad de Derecho de Buenos Aires, nos proporcione confrontaciones maduras y reales, alejadas de exposiciones con un nivel de colegio secundario.
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