Josep Sudek, fotógrafo checo, Kolin, 1896 – Praga, 1976. La fotografía no solo refleja un mundo, según época y tiempo, sino un mundo interior, no solo del autor, sino de todos, también de su tiempo y de su época.
Si de verdad queremos hacer Europa, Europa como un Estado, y por tanto, como una cultura-civilización, sentir todos esos parámetros en el interior. Tenemos, en mi modesto entender, realizar algo así, como las muñecas rusas, en la más pequeña y central, estaría la muñeca de nuestra ciudad-comarca, dónde existimos o habitamos, en un nivel superior, nuestra región, donde somos y estamos, en otra esfera más superior, nuestra Nación-Estado, que puede estar en nuestra sangre desde hace siglos, y en la muñeca final y exterior, Europa. No negamos otra gran muñeca, el mundo el planeta, pero esto ya sería otro cantar.
Pero si deseamos de verdad sentir-ser-pensar-estar-habitar en Europa, y percibirla como parte de nosotros, de nuestro Estado o de nuestra realidad profunda, tenemos que vivir-convivir con todas esas muñecas rusas o conjuntos que se interrelacionan en nosotros y desde nosotros y de nosotros. Conjuntos de Cantor que se combinan y se entremezclan. Por tanto, tenemos que empezar a vivir-convivir-sentir-percibir-pensar que “todas las manifestaciones culturales e históricas” de Europa, sean de ahora o de hace diez o veinte siglos, forman y conforman lo que somos. No somos solo celtiberios, ni solo griegos, ni solo romanos, ni solo cartagineses, ni solo germanos, ni solo medievales, ni solo cada una de las naciones-Estado que han fructificado en estos últimos siglos, sino que somos todo en todo, herencia de todo.
Todo esto, para darnos cuenta y valorar este fotógrafo, la fotografía de este autor, que le tocó vivir en un piano de la existencia, y nos legó unos sesenta mil negativos, nos legó algo de él, algo de su época, pero también algo de nosotros. Porque todo arte, la fotografía es uno más, un género más del arte, es eso, como un gran espejo-caleidoscopio-torbellino-huracán en el que nos incrustamos…
La fotografía, arte y técnica de estos dos últimos siglos, nos ha cambiado el mundo. No solo ahora, que ya con las plataformas de comunicación actuales, se expresan y emiten y envían tantos mensajes de fotografías, como de palabras escritas o de audio hablados. Sino, que llevan con nosotros, una de las primeras revoluciones culturales de la era industrial. Es decir, nacida en la segunda fase de la era industrial, la segunda, la de 1850 aproximadamente.
Al entrar-comprender-entender-percibir-sentir-mirar-pensar fotografías, por ejemplo, de este autor, nos damos cuenta, del panorama de su época, y quizás, entendamos mejor algo de lo que somos y estamos… De lo que sucedió en esos tiempos, de lo que sucedió posteriormente. Quizás, una fotografía, de algún modo acaricia y consuela algo de nuestra alma, porque captamos algo, que nos dice, no solo la belleza implícita, sino la multiplicidad de problemáticas de cada época. En este caso, de una gran parte del siglo veinte, en Centroeuropa.
Podríamos indicar, que Sudek, es como Cervantes, el gran genial fotógrafo manco de su época, de su sociedad-país-tiempo-época. Y como tal, nos envía multitud de mensajes, no solo del pasado, sino del pasado para el entendimiento del presente. Igual, que recomendaba un descendiente de Joyce que para entender el Ulises, lo que deberían es zambullirse en esa obra, y empezar a saborearla y analizarla y degustarla. Pienso que lo mismo sucede, con este fotógrafo. Lo mismo con esta producción cultural.
Es más, uno se da cuenta, uno que ha dedicado una gran parte de su existir a entender el mundo, muchas veces, por intermediación de la cultura-conocimientos, como todo el mundo, que ya no tendremos tiempo, ni vida para saborear, percibir todas las perspectivas, de tantos cientos de miles de seres humanos, que han contribuido con alguna aportación cultural, pero material, es decir, que han insertado en el mundo, no solo su acción o su trabajo o su descendencia, sino que han realizado algo material, que han incrustado en el mundo, sea un diseño o una fotografía o un libro o una canción…
La persona, la misma persona, que practica, piensa-siente, una o varias actividades artísticas o estéticas o conceptuales o del saber. Es consciente, que diríamos cada instrumento, incluso creando el mismo autor, puede que tenga un similar aire de familia, diríamos un mismo aire del autoría, pero cada procedimiento nos lleva a un resultado, la misma persona como pensador o como filósofo o como pintor o como fotógrafo. Siendo la misma persona, y haciendo algo sobre el mismo tema, pensándolo o reflexionándolo o analizándolo con palabras o con imágenes o con pinturas y colores, o con fotografías, se obtiene diferente y diverso resultado…
El mundo exige para vivir y existir, especializarse en un oficio o profesión o vocación. Pero si de verdad, queremos ampliar la estructura perceptiva del mundo. Si de verdad queremos entenderlo y comprenderlo, de vez en cuando, debemos acercarnos a actividades culturales, que sean diferentes a nuestra especialización, que sean legales y morales. Si queremos entender algo del maremagnum de Centroeuropa de la primera mitad del siglo veinte, este fotógrafo genial, nos puede enseñar algo, algo de lo que somos…
Los comentarios están cerrados.