Declaración de guerra de Obama a Netanyahu

Declaración de guerra de Obama a Netanyahu

Netanyahu acudió de nuevo a Washington con el objetivo de lograr la ayuda de sus padrinos del AIPAC para que le ayuden a convencer a Obama de que contener los planes nucleares de Irán es en estos momentos mucho más importante que frenar los asentamientos judíos, pues en la actualidad el Comité Americano-Israelí de Asuntos Público (AIPAC en inglés), sería el más influyente grupo de presión pro-ísraelí en EEUU pues cuenta con más de 100.000 miembros (150 de ellos dedicados exclusivamente a presionar al Congreso, a la Casa Blanca y todos los organismos administrativos en la toma de decisiones políticas que puedan afectar a los intereses del Estado de Israel) y aunque siempre se ha creído que la AIPAC sería un “gobierno virtual” que teledirigiría la política exterior de EEUU en función de los intereses israelíes, la realidad sería que el lobby pro-israelí tiene verdadero peso en los ámbitos del poder porque EE.UU. e Israel casi siempre han compartido idénticos intereses geopolíticos desde la fundación del Estado de Israel en 1.948. Así, EE.UU. contaría con Israel para mantener a los Estados árabes de Oriente Próximo bajo la amenaza constante de ataque, (asegurándose de paso que se mantengan serviles ante Washington) e Israel no podría seguir existiendo en su forma actual sin el fuerte apoyo político y material que recibe de EE.UU. ( más de 3.500 millones de dólares en ayuda militar).

Enésimo desencuentro Obama-Netanyahu

En la actualidad asistiríamos además a un “desencuentro de fondo” entre las Administraciones de Netanyahu y Obama debido al concepto geopolítico imperante en la Administración Obama y cuyo cerebro sería el ex-Consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski. Así, Brzezinski en un discurso ante al Consejo Nacional Irano-estadounidense (NIAC), afirmó que “creo que los EE.UU. tiene derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir cual mula estúpida lo que hagan los israelíes”, pues desde el asesinato de John F. Kennedy los Estados Unidos no habrían ya disfrutado de ese derecho al quedar desde entonces como rehenes de los intereses sionistas todos lo sucesivos Presidentes electos de EEUU. Además, Brzezinski, estaría enfrentado con los lobbys neocon republicano y judío de EEUU y con su habitual mordacidad habría desacreditado la miopía geoestratégica de ambos grupos de presión al afirmar que “están tan obsesionados con Israel, el Golfo Pérsico, Irak e Irán que han perdido de vista el cuadro global: la verdadera potencia en el mundo es Rusia y China, los únicos países con una verdadera capacidad de resistir a Estados Unidos e Inglaterra y sobre los cuales tendrían que fijar su atención”.

El mensaje diáfano de Obama hacia Israel sería que “la paz en Oriente Próximo y Medio (Oriente PROME) es posible a través del diálogo y que Israel y Estados Unidos tienen que negociar con Irán y con Siria, dos actores cruciales en la política de Oriente Próximo”, postulados que serían un misil en la línea de flotación del Gobierno de Netanyahu que aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), lo que supondría la restauración de la Declaración Balfour (1.917), que dibujaba un Estado de Israel dotado de una vasta extensión cercana a las 46.000 millas cuadradas y que se extendía desde el Mediteráneo al este del Éufrates abarcando Siria, Líbano, parte noriental de Irak , parte norte de Arabia Saudí , la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí en Egipto así como Jordania, que pasaría a denominarse Palesjordán tras ser obligado a acoger a toda la población palestina de las actuales Cisjordania y Gaza forzada a una diáspora masiva ( nueva nakba). Dicha doctrina tendría como principal adalid a Isaac Shamir al defender que “Judea y Samaria (términos bíblicos de la actual Cisjordania) son parte integral de la tierra de Israel. No han sido capturadas ni van a ser devueltas a nadie”, doctrina en la que se basarían los postulados actuales del partido Likud liderado por Netanyahu quien aspira a convertir a Jerusalén en la “capital indivisible del nuevo Israel”, tras la invasión de su parte oriental tras la Guerra de los Seis Días (1.967).

La traición de Netanyahu

Conviene recordar que Theodor Herzl es considerado el Padre del actual Estado de Israel y fundador del sionismo y en su libro “El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía”, propuso la creación de un Estado judío independiente y soberano para todos los judíos del mundo al tiempo que promovió la creación de la OSM (Organización Sionista Mundial) y en su obra “La vieja Nueva Tierra”(1902), sienta las bases del actual Estado judío como una utopía de nación moderna, democrática y próspera en la que se proyectaba al pueblo judío dentro del contexto de la búsqueda de derechos para las minorías nacionales de la época que carecían de estado, como los armenios y los árabes. Sin embargo,aurora-israel.co/il, denuncia que “ la política aislacionista del primer ministro, Biniamín Netanyahu, parece estar en las antípodas de los fundadores del sionismo, tales como Teodoro Herzl y Chaim Weizmman, que incluyeron al movimiento dentro del espectro progresista en el campo de la diplomacia, con lo que la pregunta es si puede revertirse peligroso el aislamiento diplomático de Israel con una política que sea contraria al inmovilismo y el encerramiento”. Así, el jefe negociador palestino, Saeb Erakat, adelantó que “si Washington veta la resolución palestina en la ONU; la AP buscará su inclusión en numerosos organismos internacionales, entre ellos en la Corte Penal Internacional para juzgar a Israel por ocupación y crímenes de guerra “ .

Por otra parte, el inesperado triunfo de Netanyahu en las recientes elecciones supondrá la formación de un Gobierno de Guerra de filiación ultranacionalista y totalmente contrario a la existencia de dos Estados independientes (Israel y Palestina) que acelerará la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este y presionará a la Administración Obama para conseguir el ataque militar a Irán y la destrucción de sus instalaciones nucleares. Así, cuando se suscribieron los Acuerdos de Oslo, 100.000 colonos poblaban Cisjordania y en la actualidad serian 300.000, lo que aunado con la prevista culminación del Muro de Cisjordania que incluiría aproximadamente el 10% del territorio de Cisjordania, incluida Jerusalén Este, donde unas 60.000 casas palestinas podrían ser demolidas al carecer de permisos oficiales y habría unos 200.000 colonos más que en 1.993 a pesar de la “extenuante presión norteamericana para finiquitar los mismos”, habría provocado la indignación del mundo árabe, por lo que Jordania, (miembro no permanente del Consejo de Seguridad), habría ya solicitado la reunión de emergencia de dicho Consejo.

Obama, solo ante la Historia

Por su parte, Obama, tras la pérdida del control del Senado en las pasadas e lecciones de medio término y en la recta final de su mandato Presidencial, aceptará el pulso de Netanyahu y adoptará una suicida conducta transgresora que podría reconsiderar el tradicional veto de EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU ante propuestas “nocivas para el Estado israelí”, con lo que Obama se convertiría en un serio obstáculo para diseñar la arquitectura del Nuevo Gran Oriente y no sería descartable la gestación de una trama endógena que tendría de nuevo como cerebros a la CIA y al Mossad israelí y que no dudará en reeditar el Magnicidio de Dallas (Kennedy,1.963) con el objetivo inequívoco de lograr que EEUU vuelva a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el establishment anglo-judío. Caso de ser asesinado Obama, aumentaría la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC), para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos, momento que será utilizado aprovechado por la Trilateral EEUU-Gran Bretaña-Israel para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por los actuales países de Oriente Próximo y Medio y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales .

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