La división de Ucrania en dos mitades casi simétricas (quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE), significó “de facto” el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría Rusia-EEUU basado en el principio de “acción-reacción”, produciéndose por parte de EEUU la implementación de la estrategia kentiana en el plano económico. Dicha estrategia bebería de las fuentes de la teoría expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana” y publicado en 1949 donde anticipaba que “la guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales: […] armas […] políticas y económicas”. Más adelante añade que los instrumentos de la guerra económica “consisten en la zanahoria y el garrote”: “el bloqueo, la congelación de fondos,el ‘boicot’, el embargo y la lista negra por un lado; los subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales por otro”. En este contexto, asistimos a la imposición de sanciones comerciales por parte de EEUU y la UE contra Rusia tras la crisis de Ucrania que supusieron una aumento en las partidas de gasto en la compra de equipos, componentes y electrónica occidentales aunado con la jugada maestra del hundimiento del precio de los hidrocarburos hasta los 40 $/barril, medida que contó con Arabia Saudí como colaborador necesario y que significó un misil en la línea de flotación de la supervivencia económica del Gobierno de Putin así como serias dificultades para conseguir financiación externa a pesar de la subida de tipos de interés del Banco Central Ruso hasta la barrera ionosférica del 10,5%.
El Talón de Aquiles de Putin
Según estima el Gobierno ruso, la economía rusa saldrá por fin de la recesión en el 2017 con un crecimiento positivo estimado del 1,5 % del PIB, una inflación cercana al 5% y una tasa de paro cercana al 6 %, datos esperanzadores que sin embargo no podrán obviar la pérdida de poder adquisitivo de la ciudadanía rusa en el 2016 así como la drástica reducción del sector público y la consiguiente merma de las prestaciones sociales implementadas por el Gobierno de Medvédev que habría hecho oscilar en sus valores a la existencia misma de la clase media. Asimismo, dichos recortes habrían provocado la agudización de la fractura social al quedar amplias capas de la población obligadas a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales (30% de la población), debiendo destinar amplias partidas de las reservas para subsanar el rampante Déficit del Plan de Pensiones y quedando así diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la Vivienda y Sanidad Públicas, Reducción de Impuestos y el Cambio de tendencia Demográfica (la población de Rusia es de 145 millones y adolece de un crecimiento negativo desde 1.991 que se ha traducido en una reducción de 5 millones de personas en la última década). La estructura económica rusa controla solo 2,5% de las exportaciones mundiales y adolece de una excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo (casi el 50 % de sus ingresos provienen de estas vías) a lo que habría que añadir la obsoleta planificación estatal herencia de la época jruscheviana, pues el complejo militar, los proyectos espaciales y las subvenciones a la agricultura siguen acaparando la mayoría del presupuesto ruso condenando a la inanición financiera a la industria ligera y la producción de alimentos.
¿Nueva Revolución de Colores contra Putin y Medvédev ?
Putin estableció como prioridad tras su primer nombramiento como Presidente en el año 2000, la Modernización de las Fuerzas Armadas, Infraestructuras de Transporte y Energéticas y el Desarrollo de Nuevas Tecnologías,(aeroespacial; robótica; bio-medicina; bio-combustibles y nano-tecnología) aprovechando la exuberante liquidez proporcionada por los ingresos del petróleo con un presupuesto hasta el 2020 que alcanzaría la cifra ionosférica de 410.000 millones de euros lo que aunado con la rampante corrupción de las élites y la implementación de nuevos y gravosos impuestos a la ciudadanía habría provocado en la psiquis colectiva de la sociedad rusa el nacimiento de una creciente corriente anti-corrupción y antibelicista que tendría como iceberg las recientes protestas convocadas por el movimiento “Fondo de Lucha contra la Corrupción” liderada por el bloguero Alekséi Navalni y candidato a las próximas elecciones Presidenciales del 2018 . Dicho descontento podría desembocar el próximo 12 de Junio (Fiesta Nacional de Rusia)en una masiva movilización de la sociedad rusa para protestar contra la corrupción, militarismo y carestía de la vida, pudiendo reeditarse los disturbios y protestas sucedidas con Jruschov (represión del levantamiento de obreros de Novocherkaask, 1962), escenario que aprovechará Putin para defenestrar a su Primer Ministro Medvédev tras ser acusado “de corrupción manifiesta y negligencia peligrosa” y asumir un poder cuasi omnímodo al aunar en su persona los cargos de Primer Ministro, Presidente de Rusia y Presidente de su partido (Rusia Unida), sufriendo de paso la “sui generis” democracia rusa un severo recorte de libertades plasmado en el culto a la personalidad del último zar de Rusia, Vladimir Putin.
George Soros y el complot para defenestrar a Putin
EEUU quiere evitar a toda costa que Putin se presente a la reelección en las previstas Elecciones Presidenciales de Marzo del 2018 en la certeza de que sería elegido Presidente hasta el 2024, por lo que procederá a la gestación de una trama endógena con el objetivo confeso de debilitar el otrora poder omnímodo de Putin en el Partido y en la Administración y posteriormente lograr su defenestración política mediante un golpe de mano incruento. La paternidad de dicha trama sería atribuible al Club de las Islas pilotado por George Soros y al exiliado ex-empresario petrolero Jodorkovski (Rusia Abierta) y contará con la colaboración desde el interior del multimillonario y amigo personal de Putin, Arcady Rotenberg quien moverá a sus peones estratégicamente situados en puestos claves de la Administración, Mass Media, FSB y Ejército para tras una intenta campaña mediática contra Putin, lograr que el Tribunal Supremo ruso lo acuse formalmente de los mismos cargos con los que decapitó a la camarilla oligarca: abuso de poder, corrupción y delitos fiscales, culto a la personalidad y errores políticos, reviviendo el golpe de mano contra Jruschov y su sustitución por Leoniv Brézhnev (1.964), lo que de facto simbolizará el finiquito del último Zar de Rusia.
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