En México, el Papa Francisco señaló que; “Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más”
Unos 218 millones de chiquillos trabajan en todo el orbe como esclavos. La mitad realizan faenas arriesgadas y más de ocho millones lo ejecutan como reclusos. Es un atropello frente a los derechos humanos.
Alejandro Sanz hizo suya la frase: “Juntos podemos”. Se ha solidarizado el solista Bob Gedolf; el actor, Imanol Arias; el premio Nobel de la Paz, Mohammad Yunus y el premio Nobel de Economía, Joseph E. Stigliz. Un variado elenco de famosos actores y célebres genios que manifiestan su repudio al trabajo infantil en Hispanoamérica, defendiendo la acción social “Proniño” que tiene como objetivo eliminar la esclavitud infantil y apoyar la integración social de los niños.
También Imanol Arias afirmó, con ingenio: “Mantener a un niño cuesta 140 euros al año, 12 euros al mes y 40 céntimos al día. La mitad de lo que cuesta un café”. “Cuando una mujer empieza a ganar dinero”, narra Mahammad Yunus, “lo primero que hace es traer a casa a sus hijos que los había prestado para que trabajaran a cambio de comida”. Asimismo Bob Gedolf aseveró que: “El problema no es el trabajo infantil, sino el exceso de pobreza”.
Por otra parte, para aliviar a las víctimas de la esclavitud, se ha celebrado un evento que contó con estrellas africanas y caribeñas. La tiranía sigue siendo una tribulación universal. De acuerdo con los informes de la Organización Internacional del Trabajo, 12,3 millones de personas toleran alguna forma de esclavitud.
Más preocupante es la situación de los chiquillos. Save the Children, afirma que en el mundo trabajan 218 millones de críos de 5 a 17 años, de ellos 126 millones en tareas “muy peligrosas” y 8,5 millones en circunstancias “denigrantes” calificadas de “esclavitud”. El tráfico de chavales se debe a muchas razones: explotación carnal, esto es, prostitución, lascivia o casamientos obligatorios, adopción ilegítima, empleo de niños para mendigar, para realizar estafas, para ejecutar trabajos forzosos y para la extirpación de órganos. El tráfico con mozalbetes se ha trocado en el tercer negocio criminal del mundo, después de la especulación con las drogas y el tráfico de armas.
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