Renia Spiegel (1924-1942), fue la escritora de un diario, polaca judía. Empezó su diario el 31 de enero de 1939 y termina el 25 de julio de 1942, consta de 700 páginas, en siete cuadernos escolares cosidos.
La familia los mantuvo en secreto, en una caja fuerte, hasta que fue leído en 2012 y se publicó su primera edición en inglés en 2019.
– Estamos frente a un Diario de una adolescente, que posiblemente, podría haber sido una escritora profesional, o al menos intentarlo, no solo este diario contiene anotaciones diríamos sobre su existir, una prosa en mayor o menor medida poética, sino también contiene poemas y dibujos.
Trato en ellos de temas interrelacionados con sus vivencias, experiencias, su realidad existencial, también su vida en el gueto de Przemysl. De los Diarios que se han encontrado de ese periodo, este es uno de los pocos que narran experiencias bajo el dominio soviético y nazi.
Decía Francisco de Sales, parafraseándolo, “que las guerras además de muchos males, crean muchos malos”. La pregunta es obvia y evidente, cuánta pérdida de vidas humanas, cuánta, trajo la segunda guerra mundial, no solo en los frentes, combatientes, no solo en la retaguardia, debido a la aviación, no solo por el hambre, las enfermedades y, todos los demás jinetes del Apocalipsis, sino que además esta guerra trajo, como jamás se había visto, organizado, gestionado, la muerte industrial de un pueblo, el judío, además de otros colectivos…
– Cómo es lógico se está comparando este diario de Renia con otros el de Rutka Laskier, el de Anna Frank, Carry Ulreich, Miriam Wattenberg, Otto Wolf, David Slerakowiak, Etty Hillesum, Petr Ginz, Eva Heyman, Helga Weissová.
El Diario de Friedrich Kellner, que sin ser judío, fue un funcionario socialdemócrata que narró la barbarie del tiempo que le tocó vivir.
Y como contraste diríamos, de personas que están en el otro lado de la barrera, el Diario de Anna Goebbels, la hija de Goebbels, y los Diarios de Heinrich Himmler.
Ciertamente, podría no solo existir una o varias tesis doctorales sobre los Diarios de está época, diarios desde todos los lados, sino que además podrían constituir y constituyen un punto de vista existencial y vivencial, de una enorme importancia humana y para la humanidad.
También hay que recordar, dos aspectos, que quizás, no se narran, por un lado, que se busquen y se encuentren antes de que vayan desapareciendo, otros Diarios de personas que en algún lugar de Europa también los hicieron, no solo adolescentes, sino adultos. Y, aunque no guste, en la medida de lo posible, se busquen y se archiven y difundan diarios en otras zonas del mundo, con otros conflictos y otras realidades, otras banderas y otras ideologías…
– Este Diario de Renia no solo es un testimonio, no solo una testigo sino que nos refleja algo de lo que es y somos el ser humano, a nivel individual, a nivel colectivo de pequeños grupos, a nivel social, a nivel estatal. Nos hace recordar, que ante un problema o cuestión social gravea o crisis sociales, se pueden tomar soluciones que agravan aún más el conflicto, y que éstos pueden llevar a volcanes aún peores.
Nos recuerdan el inmenso poder, que el ser humano, tiene de hacer el bien y hacer el mal, de la bondad del ser humano, pero también de la maldad, de que personas, que hace unos meses eran simples funcionarios con vidas rutinarias, pueden después realizar horrendos crímenes. Estos diarios, no solo nos reflejan el testimonio de una niña, de una situación, de la narración de algo de su interior y de su exterior, a y en varios sentidos, sino que también nos narran lo que somos, somos una mezcla de bien y de mal, aunque creemos que más bien que mal.
– En una de sus frases: “[…] ¡Quiero vivir! he experimentado muy poco en esta vida; no quiero morir. La muerte me da miedo […].”.
¿Qué podemos decir, qué podemos comentar a casi ochenta años de estos acontecimientos…?
Supongo que en otros genocidios que se hayan dado en la historia, habrán existido diarios, diarios que se han perdido, supongo que en otros genocidios del siglo veinte, también habrán existido diarios, que algunos se habrán destruido y perdido, y otros, todavía estén guardados o escondidos, o quizás, olvidados…
Nos enfrentamos a un enorme problema, no se puede vivir sin recordar, pero tampoco se puede vivir, recordando demasiado. Dónde está el término medio y justo. Dónde el análisis y el estudio de las realidades sociales, a y en todos los lugares del mundos, de todas las ideologías y de todas las banderas, para intentar que no se repitan.
Quizás, esta asignatura está pendiente, el eterno problema del mal. Quizás, el mal, como indicaba Maurice Blondel, quizás no todo el mal tenga un origen puramente humano, “no todo el mal es de este mundo”, sino también del Tentador. Quizás, no tener una ética mínima universal, quizás, la reducción social del cristianismo en Occidente, son dos fuentes del origen del mal que no queremos oír y escuchar y tener en cuenta…
Para terminar, citaré una de las frases de este diario: “[…] Tengo el alma desconsolada, el corazón inundado de terror. Así es la vida. […] Tengo miedo, muchísimo miedo”.
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