Setenta años después del final de la Segunda Guerra Mundial, Japón y Corea del Sur llegaron han llegado a un acuerdo «definitivo e irrevocable» por el que el país nipón asume públicamente la responsabilidad de sus tropas en el uso de miles de mujeres coreanas como esclavas sexuales antes y durante los años de la contienda. El acuerdo, que incluye una disculpa del primer ministro japonés, Shinzo Abe, y mil millones de yenes –unos 7,6 millones de euros– como compensación para las víctimas, supone la superación de uno de los mayores obstáculos con los que ambos países han tenido que luchar durante años.
Se estima que alrededor de 200.000 mujeres procedentes de Corea, China, Filipinas, Indonesia o Taiwán fueron forzadas a ejercer como prostitutas para los soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. En Corea del Sur, tan sólo quedan 46 supervivientes (en la imagen) y la mayoría tiene entre 80 y 90 años..
El texto del acuerdo alcanzado no indica que las conocidas como «mujeres de confort» reciban una compensación directa, sino que a través del fondo de compensación se proporcionarán «proyectos para recuperar el honor y la dignidad y curar las heridas psicológicas». En 1993, fué cuando Japón pidió perdón oficialmente por primera vez.
Sin embargo, Seúl continuó exigiendo una disculpa formal y una compensación para unas mujeres que consiguieron sacar a la luz sus pánicos y alzar su voz por primera vez en los años 90. Finalmente, medio siglo después del restablecimiento de las relaciones bilaterales, ambos países han alcanzado un pacto que no ha estado exento de críticas por parte de los sectores más conservadores en Japón, de las fuerzas opositoras a la presidenta surcoreana y de unas víctimas que no ven compensadas sus demandas.
Para algunas organizaciones de derechos humanos el acuerdo no debe ser el final del camino para las ex esclavas sexuales, potencias como Estados Unidos dan la bienvenida a una resolución que pone fin a las diferencias entre dos de sus más importantes aliados en Asia.
La explotación sexual de la mujer debe ser erradicada de la sociedad en la que vivimos. Se debe respetar a la mujer por su condición de ser humano a imagen y semejanza de Dios.
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