La lucha por el control del nuevo orden mundial entre Estados Unidos, China y Rusia está provocando una profunda crisis en los organismos multilaterales que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial. La ONU fue uno de los organismos diseñados para consolidar la hegemonía imperial de Estados Unidos, pero con el crecimiento del poder de las dos potencias asiáticas han convertido en el tripolar el dominio mundial.
Hace 75 años, los Estados Unidos como la potencia hegemónica, diseño su arquitectura financiera para tener el control de sus políticas, pero después de más de siete decenios, el poder mundial ha sufrido cambios que obligan a un replanteamiento en el gobierno global. Cambios marcados por el fín de la Guerra Fría, la desintegración de la Unión Soviética y con ella caída de la Cortina de Hierro y la unificación de Alemania. De manera que luego del desplome de la Unión Soviética, pasamos a un período de poder unipolar de Estados Unidos. Sin embargo, en las dos últimas décadas el poder global ha tenido cambio profundo con el ascenso imperial de China y Rusia.
El Secretario General de la ONU, el portugués, António Guterres, dice que “el mundo necesita ahora más que nunca de un nuevo liderazgo global, porque no se ésta respondiendo de forma efectiva a retos mundiales como los de una pandemia del coronavirus, porque no hay poder, no hay liderazgo; y donde hay liderazgo, falta poder”. En su opinión las relaciones entre Estados Unidos, China y Rusia son complicadas. “Han pasado 75 años de la fundación de las Naciones Unidas y el mundo de 1945, liderado por un grupo de potencias no es el mismo de hoy”. Por lo tanto, admite que “la ONU es un organismo burocrático que le hace falta más eficiencia para responder y resolver las preocupaciones y esperanzas de la comunidad internacional. Las fallas en las eficiencias de los organismos de la ONU, obedecen, según Guterres a que “todavía trabajan de la misma forma que cuando fueron creados hace 75 años, pero el mundo ha cambiado”
Uno de los organismos más cuestionados es el Consejo de Seguridad, el cual en su opinión “refleja el equilibro de poderes posterior a la Segunda Guerra Mundial. Por consiguiente, expresa que en ese caso “se trata de una desconexión clara en relación con las necesidades de la actualidad”. Indudablemente que por esa desconexión “a veces nos enfrentamos a grandes dificultades para que el Consejo de Seguridad tome las decisiones necesarias sobre las crisis que afrontamos hoy en día”.
En ese sentido, observa que para “la ONU se constituye un gran reto que las relaciones entre los poderes más importantes, Estados Unidos, China y Rusia, son más disfuncionales que nunca. Por lo tanto, la nueva lucha por un nuevo orden mundial entre estas tres potencias “hace que muy difícil para la ONU actuar en algunos asuntos clave y encontrar un consenso para movilizar a la comunidad internacional”. Las preocupaciones del Secretario Guterres, van más allá cuando plantea que “se necesita un mundo multipolar con mecanismos de gobernanza multilateral y que la UE debe evitar que se consolide un G2, es decir, un orden global con solo los superpoderes de Estados Unidos y China”.
Esas luchas de poderes por el control global han hecho que la ONU sea incapaz de encontrar una respuesta común para combatir la pandemia del covid-19 por las disputas entre Estados Unidos y China. Por eso dice que se necesita de un liderazgo global, porque así no se puede responder de forma efectiva a retos como los que ha generado el covid-19, “porque cuando se examinan las instituciones multilaterales, tenemos que reconocer que no tienen dientes para resolver con eficiencias los problemas globales”. En resumen, el Secretario General de la ONU, António Guterres, describe a grandes rasgos la crisis y la decadencia de la Organización de las Naciones Unidas.
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