La lógica nos dice que primero debe buscarse ganar las elecciones para poder ejercer el poder. Si nuestro único deseo es ganar las elecciones pero no sabemos lo que queremos y mucho menos lo que viene después, no seremos capaces de cumplir con las expectativas de las personas que votaron por nosotros y de aquellos que no votaron por nosotros pero que ahora forman parte de ese universo de personas que representamos.
Por otro lado, hay quienes dicen que el poder no se comparte, algo que es absurdo porque no solo se comparte sino que se reparte. Solo en dictaduras el poder no es compartido y se concentra en las manos de una sola persona o de una junta que lo ejerce.
El poder es para usarlo, ha leído bien, el poder es para usarlo, pero primero debemos entender para que lo queremos. Cuando no tenemos claro la esencia del poder esto nos puede dejar grandes frustraciones al no tener la capacidad de cumplir las grandes metas que tenemos para el gobierno, especialmente cuando el reloj del tiempo (cambios) corre tan rápido en las democracias. En principio urge que sepamos dónde queremos mover el poder, qué estamos dispuestos a sacrificar y qué no estamos dispuesto a ceder. Como hemos dicho en otras ocasiones, el poder es un medio, no un fin, entonces para llegar a ese fin hay que saber usar ese medio.
Quizás un efecto del populismo es que los gobernantes de hoy no entienden que el gobierno no puede hacerse cargo de todo. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 17 no se equivoca, se necesita fomentar alianzas estratégicas para lograr el cumplimiento de los 16 ODS previos. Se requiere comprender que se debe crear una sinergia fuerte y estratégica con el sector privado. Los países donde el mayor empleador es el Estado, las cosas no siempre marchan bien. Es necesario que el Estado ejerza su rectoría y gobernanza desde su rol de regulador de toda actividad económica y comprometa al sector privado en la solución de los problemas comunes a través de acciones conjuntas y eficaces. Sin embargo, gobernar es como nadar en aguas turbulentas, ya Isaac Newton decía que las corporaciones acabarían con los Estados Unidos. Lo cierto es que cuando las corporaciones o multinacionales llegan a un pueblo generan un impacto positivo, pero también un impacto negativo. El poder requiere equilibrio.
Sin duda, gobernar es un arte que se aprende sobre la marcha mientras que otros se han preparado para gobernar. La realidad es que gobernar en la democracia es más complicado porque el rompe cabezas de gobernar tiene cincuenta piezas, mientras que gobernar en el autoritarismo es relativamente más fácil porque las decisiones se toman de arriba hacia abajo y no al revés. Otra dificultad que impide el ejercicio diáfano del poder es tratar de abordar los problemas actuales con soluciones viejas. Recordemos aquella cita que frecuentemente se le atribuye a Albert Einstein: “locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
Un gobierno que gobierna bien, debe comunicar bien. Muchos gobiernos insisten en hacerlo pero muchas veces lo que terminan haciendo es gastando mucho dinero y comunicando mal. Ya el profesor argentino Mario Riorda analiza la tesis de “gobierno bien pero comunico mal”.
Finalmente, el poder tiene dos momentos interesantes, el primero, cuando al candidato le informan que ha ganado y el segundo, cuando el candidato pregunta: ¿y ahora qué hacemos? Esta pregunta surge porque no se sabía para qué se quería el poder.
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