l siguiente contenido corresponde a las declaraciones formuladas hoy por un portavoz de ACNUR en una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está alarmada por la continua situación de inseguridad en Burkina Faso, particularmente en el norte, que está afectando a civiles, incluyendo a desplazados internos y refugiados.
La inseguridad en Burkina Faso ha ido creciendo desde 2015, debido a varios ataques de alto calibre que han tenido lugar en su capital, Uagadugú, y a la expansión de la insurgencia en las regiones norte y sur del país.
A pesar de las medidas de seguridad tomadas y del despliegue de fuerzas militares, desde 2018 varias zonas del país se han visto afectadas por un pronunciado aumento de la violencia, que está además cada vez más dirigida hacia actores del ámbito humanitario, limitando su capacidad para ofrecer ayuda de emergencia a las áreas afectadas.
Más de 115.000 personas han sido víctimas del desplazamiento forzado tras los últimos sucesos, y otras 11.000 se han visto forzadas a abandonar Burkina Faso para buscar refugio en los países vecinos. La violencia supone también un grave obstáculo para que la población desplazada dentro del país pueda acceder a la ayuda humanitaria.
Tememos que muchos civiles podrían verse afectados por este aumento de violencia. ACNUR se ha unido a diversos socios humanitarios para abogar por su seguridad y por el respeto a la neutralidad de los trabajadores humanitarios, con el fin de asegurar asistencia continuada a quienes precisan protección y ayuda.
Más del 90 por ciento de los desplazados internos del país vive en comunidades de acogida. Alrededor del 70 por ciento de los desplazados están en la región del Sahel, de los cuales 30 por ciento solo en Djibo. ACNUR cuenta con dos oficinas en la región del Sahel, en Djibo y Dori.
En la actualidad, Burkina Faso acoge 25.000 refugiados de Mali, que también se están viendo afectados por el conflicto. La violencia ha limitado nuestro acceso a miles de refugiados instalados fuera de los campos en las provincias de Soum y Oudalan; en la región del Sahel, cerca de la frontera con Mali; se les insta a trasladarse a los campos, donde ACNUR y sus socios serán capaces de asegurar su protección y el acceso a los servicios básicos.
Dentro del país, apoyamos el llamamiento hecho por el gobierno a que se preste asistencia a las personas desplazadas, y hemos puesto a disposición de estas utensilios de primera necesidad y refugios, provenientes de nuestro stock. También estamos llevando a cabo un monitoreo sobre los desplazados y aumentando nuestra presencia en el país para cubrir las crecientes necesidades humanitarias.
No obstante, para poder prestar asistencia de manera continuada, son necesarios fondos adicionales de manera urgente. En 2018 hacían falta 27.3 millones, cantidad sobre la que se recaudó tan sólo el 26 por ciento.
8.500 de los 10.000 burkineses que huyeron a Mali residen ahora en las localidades de Gossi, Timbuktu, N’Tilit y Gao, que también sufren el efecto de la inseguridad.
Tan solo este año se ha reportado la llegada de que unos 3.000 refugiados han cruzado a Mali. ACNUR se encuentra actualmente en proceso de registrar y asistir a las personas recién llegadas.
Según los informes, otras 300 personas también cruzaron a Ghana, después de verse forzados a huir del norte de Burkina Faso por asuntos relacionados con la jefatura de una tribu en Zoaga.
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